La Fiesta de
la Raza
El concurso
Literario de artículos de prensa -
La composición premiada
La composición premiada
12 de octubre de 1492
Hoy es el aniversario de aquel que fue
el acontecimiento más transcendental y significativo en el desarrollo de la
Humanidad: el descubrimiento de América. La clepsidra de los tiempos siderales
marca una vez mas una evolución integra para nuestro planeta, desde el día en
que el genio del hombre incorporo un nuevo continente a la vida espiritual de
los pueblos.
Después de la Redención, no hay en la
historia del mundo una página de más excelsa gloria. Mas la Redención es una página
escrita por mano divina. El descubrimiento del Nuevo Mundo, es obra de
inteligencia humana, de fe humana, de voluntad y corazón humanos.
¡12 de octubre de 1492!
Esta fecha es el magnífico jalón de
una ruta de conquistas espirituales, para el hombre; la hégira de una era de
progresos continuados, cuyos fastos registran sucesivos triunfos del saber
humano, hasta llegar a la civilización moderna, cuyo desarrollo no reconoce,
desde entonces, valla ni limites, y sigue la trayectoria sublime de una progresión
indefinida.
Un mundo flamante en el confín ignoto
de los mares, y por oculta ley armónica en la vida de los pueblos, un mundo de
nuevas ideas, de nuevas doctrinas, de nuevos sentimientos, surge también al
margen de las épocas de vacilación y oscurantismo de la Edad Media.
¡12 de octubre de 1492! Las
naves del visionario de La Rábida de Palos, han logrado ahí término de su
jornada. Qué poema épico, que divino canto, que crónica sublime, es la historia
de estas viejas carabelas!.
Las contemplamos con una visión retrospectiva. Están
allí, frente a la tierra tantas veces soñada, tantas veces esperada y tantas
veces desvanecida!... En el sotaire de sus bombeados velámenes, flamean los
gallardetes que llevan el león rampante de Castilla y Aragón. Los hombres que
las tripulan llevan el sello de las privaciones y el sufrimiento. Son hombres que lucharon, que esperaron, que
soñaron. Contemplan estupefactos y
llenos de gozo insólito la virgen tierra americana. Frente a ellos están, al fin, las Indias, el
país fantástico, como en feérica visión, en un miraje sin límites; allí está la
tierra nueva, la tierra del Ensueño, de la Esperanza y de la Leyenda: allí está
el Nuevo Mundo, como un nido inmenso e ignoto, donde han de amalgamar, al calor
de todas las virtudes, de todas las pasiones, de todos los sacrificios, la
núbil raza americana con el noble y fuerte elemento étnico latino.
El 12 de octubre es la Navidad de
los pueblos americanos.
La recordación de esta fecha está
impuesta por el culto al génesis de la nacionalidad.
¡Sublime génesis!... Qué leyenda
heroica , que rapsodia épica, han podido con más excelsa gloria ni con más
ilustre mobiliario, presidir a la fundación de un pueblo, que la sublime
aventura de Colón? Hay una grandiosidad
mitológica en el marino genovés, que traspasa las Columnas de Hércules, para
buscar en el fondo terrorífico de los mares, un nuevo hemisferio. Episodio es éste que hace de la raíz
histórica de nuestros pueblos la realización de la fábula más olímpicamente heroica.
Colón no tiene paralelo. Newton, Galileo, Kepler, son los símbolos de
ideas resultantes de largas premisas gestatorias; ellos estereotipan los puntos
culminantes de una larga cadena de esfuerzos acumulados. Colón es el genio original y visionario, que
tiene la evidencia de una verdad sin la estructura de un sistema de
principios. Su obra es obra de apóstol y
de iluminado. Diríase, por lo tanto, que
es el Mesías que redimió el Nuevo Mundo de la barbarie y de la gentilidad, para
entregarlo a la vida espiritual y a la moral cristiana.
Las nacionalidades americanas fueron
planteadas el día que Colón y sus marinos pisaron el continente. Son ellos, forjadores de una epopeya
grandiosa, con el corazón firme, el alma noble y la voluntad recia, los que iniciaron
la era de una nueva vida en la América.
Sus naves dieron principio a la ola imigratoria hispánica, haciendo que
la sangre de la selvática y joven tierra, corra junto con raudales de noble y
valerosa sangre peninsular. Fusión,
creadora que en sublime maridaje de dos razas, dio a luz las nacionalidades
hispano-americanas.
La entraña étnica de Hispania
prendía, así, en el árbol genealógico de los nuevos países descubiertos, el
germen de nueva savia, germen que, a través de tres centurias, brotaría en
eclosión pujante de ideales y de sueños libertarios, dando vida a un alma
propia nacional.
La América hispana festeja el
aniversario de su origen porque sabe que en su natividad, está la razón de su
cultura intelectual, de su prosapia mobilísima, que la pone en el primer nivel
espiritual del nuevo continente; pues, aunque a distancia milenaria, por ser
hija de España, tiene un nexo con las patrias excelsas del Viejo Mundo: con la
Roma sojuzgante y la Grecia creadora.
Bendigamos la raza que nos hace grandes
en el pasado y que nos ha de hacer grandes
en el porvenir.
Los destinos de los pueblos
corresponden, ha de seguir las huellas luminosas que han dejado las grandes
naciones latinas, porque a ellas las unen los vínculos de la sangre y del
corazón.
La afirmación rotunda de la raza la
tenemos en los hechos mismos, cuando al magno influjo étnico brota en el alma
individual y en el alma colectiva de nuestra patria, el ímpetu de todos los
nobles ideales, de todos los desprendimientos altruistas, de todas las
heroicidades, de todas las bellas y caballerescas actitudes. Y esa es también la ejecutoría de la gloria
de nuestra estirpe.
No podemos sino bendecir y amar
nuestra raza, cuando a la influencia de las virtudes heredadas, sentimos el
Amor y la Belleza con la fina sensibilidad y el favor del alma latina, con su
profunda comprensión y sus arrebatos, cuando vivimos nuestras emociones e
impresiones interpretadas en el raudal musical del idioma patrio, así en los
rezos de la infancia como en los lirismos poéticos de la adolescencia y de la
juventud.
Cantemos un himno, en la gloriosa
efeméride de hoy, a la raza española, que es nuestra raza, porque en ella está
la clave de la más pura y verdadera gloria patria: su grandeza espiritual.
EMILIO VILLANUEVA PEÑARANDA
“Escribir
sobre el hombre que fue es un reto. Su enseñanza, su profundo respeto por las
cosas, me obligan a transmitirlas en mis hijos a las generaciones futuras. No
fueron palabras sino hechos, actitudes ante la adversidad, ante la enfermedad y
la muerte; aun cuando su espíritu abandonaba su cuerpo, tuvo la serenidad de la
ciudad en esta hora del crepúsculo. En las tardes, cuando recorro la ciudad que
un día simbolizó de joven en la fascinación visual del Illimani, pienso que
esta ciudad fabricada con la grandeza telúrica de sus montañas, hecha de piedra
roca, contiene el espíritu de Emilio Villanueva latente en las muchas obras que
ha dejado para la posteridad”
Nelly Villanueva de Barrero:
EMILIO VILLANUEVA
PEÑARANDA
Reconocimiento Continental al arquitecto
Emilio Villanueva Peñaranda
Emilio Villanueva Peñaranda
COMUNIDAD AGOSTO 2013