sábado, 12 de octubre de 2013

LA FIESTA DE LA RAZA


La Fiesta de la Raza

El concurso Literario de artículos de prensa - 
La composición premiada 

12 de octubre de 1492

         Hoy es el aniversario de aquel que fue el acontecimiento más transcendental y significativo en el desarrollo de la Humanidad: el descubrimiento de América. La clepsidra de los tiempos siderales marca una vez mas una evolución integra para nuestro planeta, desde el día en que el genio del hombre incorporo un nuevo continente a la vida espiritual de los pueblos.
         Después de la Redención, no hay en la historia del mundo una página de más excelsa gloria. Mas la Redención es una página escrita por mano divina. El descubrimiento del Nuevo Mundo, es obra de inteligencia humana, de fe humana, de voluntad y corazón humanos.
         ¡12 de octubre de 1492!
         Esta fecha es el magnífico jalón de una ruta de conquistas espirituales, para el hombre; la hégira de una era de progresos continuados, cuyos fastos registran sucesivos triunfos del saber humano, hasta llegar a la civilización moderna, cuyo desarrollo no reconoce, desde entonces, valla ni limites, y sigue la trayectoria sublime de una progresión indefinida.
         Un mundo flamante en el confín ignoto de los mares, y por oculta ley armónica en la vida de los pueblos, un mundo de nuevas ideas, de nuevas doctrinas, de nuevos sentimientos, surge también al margen de las épocas de vacilación y oscurantismo de la Edad Media.
         ¡12 de octubre de 1492! Las naves del visionario de La Rábida de Palos, han logrado ahí término de su jornada. Qué poema épico, que divino canto, que crónica sublime, es la historia de estas viejas carabelas!.
Las contemplamos con una visión retrospectiva. Están allí, frente a la tierra tantas veces soñada, tantas veces esperada y tantas veces desvanecida!... En el sotaire de sus bombeados velámenes, flamean los gallardetes que llevan el león rampante de Castilla y Aragón. Los hombres que las tripulan llevan el sello de las privaciones y el sufrimiento.  Son hombres que lucharon, que esperaron, que soñaron.  Contemplan estupefactos y llenos de gozo insólito la virgen tierra americana.  Frente a ellos están, al fin, las Indias, el país fantástico, como en feérica visión, en un miraje sin límites; allí está la tierra nueva, la tierra del Ensueño, de la Esperanza y de la Leyenda: allí está el Nuevo Mundo, como un nido inmenso e ignoto, donde han de amalgamar, al calor de todas las virtudes, de todas las pasiones, de todos los sacrificios, la núbil raza americana con el noble y fuerte elemento étnico latino.
            El 12 de octubre es la Navidad de los pueblos americanos.
            La recordación de esta fecha está impuesta por el culto al génesis de la nacionalidad.
            ¡Sublime génesis!... Qué leyenda heroica , que rapsodia épica, han podido con más excelsa gloria ni con más ilustre mobiliario, presidir a la fundación de un pueblo, que la sublime aventura de Colón?  Hay una grandiosidad mitológica en el marino genovés, que traspasa las Columnas de Hércules, para buscar en el fondo terrorífico de los mares, un nuevo hemisferio.  Episodio es éste que hace de la raíz histórica de nuestros pueblos la realización de la fábula más olímpicamente heroica.
            Colón no tiene paralelo.  Newton, Galileo, Kepler, son los símbolos de ideas resultantes de largas premisas gestatorias; ellos estereotipan los puntos culminantes de una larga cadena de esfuerzos acumulados.  Colón es el genio original y visionario, que tiene la evidencia de una verdad sin la estructura de un sistema de principios.  Su obra es obra de apóstol y de iluminado.  Diríase, por lo tanto, que es el Mesías que redimió el Nuevo Mundo de la barbarie y de la gentilidad, para entregarlo a la vida espiritual y a la moral cristiana.
            Las nacionalidades americanas fueron planteadas el día que Colón y sus marinos pisaron el continente.  Son ellos, forjadores de una epopeya grandiosa, con el corazón firme, el alma noble y la voluntad recia, los que iniciaron la era de una nueva vida en la América.  Sus naves dieron principio a la ola imigratoria hispánica, haciendo que la sangre de la selvática y joven tierra, corra junto con raudales de noble y valerosa sangre peninsular.  Fusión, creadora que en sublime maridaje de dos razas, dio a luz las nacionalidades hispano-americanas.
            La entraña étnica de Hispania prendía, así, en el árbol genealógico de los nuevos países descubiertos, el germen de nueva savia, germen que, a través de tres centurias, brotaría en eclosión pujante de ideales y de sueños libertarios, dando vida a un alma propia nacional.
            La América hispana festeja el aniversario de su origen porque sabe que en su natividad, está la razón de su cultura intelectual, de su prosapia mobilísima, que la pone en el primer nivel espiritual del nuevo continente; pues, aunque a distancia milenaria, por ser hija de España, tiene un nexo con las patrias excelsas del Viejo Mundo: con la Roma sojuzgante y la Grecia creadora.
            Bendigamos la raza que nos hace grandes en el pasado y que nos ha de hacer grandes  en el porvenir.
            Los destinos de los pueblos corresponden, ha de seguir las huellas luminosas que han dejado las grandes naciones latinas, porque a ellas las unen los vínculos de la sangre y del corazón.
            La afirmación rotunda de la raza la tenemos en los hechos mismos, cuando al magno influjo étnico brota en el alma individual y en el alma colectiva de nuestra patria, el ímpetu de todos los nobles ideales, de todos los desprendimientos altruistas, de todas las heroicidades, de todas las bellas y caballerescas actitudes.  Y esa es también la ejecutoría de la gloria de nuestra estirpe.
            No podemos sino bendecir y amar nuestra raza, cuando a la influencia de las virtudes heredadas, sentimos el Amor y la Belleza con la fina sensibilidad y el favor del alma latina, con su profunda comprensión y sus arrebatos, cuando vivimos nuestras emociones e impresiones interpretadas en el raudal musical del idioma patrio, así en los rezos de la infancia como en los lirismos poéticos de la adolescencia y de la juventud.
            Cantemos un himno, en la gloriosa efeméride de hoy, a la raza española, que es nuestra raza, porque en ella está la clave de la más pura y verdadera gloria patria: su grandeza espiritual.

EMILIO VILLANUEVA PEÑARANDA


“Escribir sobre el hombre que fue es un reto. Su enseñanza, su profundo respeto por las cosas, me obligan a transmitirlas en mis hijos a las generaciones futuras. No fueron palabras sino hechos, actitudes ante la adversidad, ante la enfermedad y la muerte; aun cuando su espíritu abandonaba su cuerpo, tuvo la serenidad de la ciudad en esta hora del crepúsculo. En las tardes, cuando recorro la ciudad que un día simbolizó de joven en la fascinación visual del Illimani, pienso que esta ciudad fabricada con la grandeza telúrica de sus montañas, hecha de piedra roca, contiene el espíritu de Emilio Villanueva latente en las muchas obras que ha dejado para la posteridad”          Nelly Villanueva de Barrero:   

EMILIO VILLANUEVA PEÑARANDA

Reconocimiento Continental al arquitecto 
Emilio Villanueva Peñaranda
COMUNIDAD AGOSTO 2013