Salida al Mar según un
Poeta Chileno
La salida al Mar de Bolivia está en manos de Chile
Por Vicente Huidobro (1938)
Es
curioso cómo los hombres se alarman por cualquier cosa. Bolivia pide puerto.
¿Hay algo más lógico? Cualquier país de grandes dimensiones territoriales haría
lo mismo puesto en el mismo caso. Nosotros los chilenos, en el caso de los
bolivianos, ¿no querríamos tener una salida al mar? Una vieja ley moral de
Oriente enseña que debemos obrar con nuestro prójimo como desearíamos que él
obrara con nosotros.
De
esta ley nació seguramente la nuestra que dice: Ama a tu prójimo como a ti
mismo. Esa vieja moral tiene que contener una gran verdad puesto que perdura a
través de los siglos en el corazón de los hombres. Ahora bien, ¿por qué razón
no se impone entre los pueblos algo que es tan necesario en las relaciones
entre los hombres? ¿Es acaso porque el hombre siente diluido en lo colectivo el
sentido de su responsabilidad individual? ¿Y esta dilución le agrada porque en
ella oculta y libera a la vez sus malas pasiones?
Es
posible que así sea, pero esta actitud es errónea, es torpe y es peligrosa. No
se puede condenar a un país a cadena perpetua. La historia nos enseña que esos
errores se pagan tarde o temprano. Es nuestro deber aprender la historia y
adelantarnos a la hora de las catástrofes.
¿Y
por qué razón convertir en enemigos a aquellos que pueden ser nuestros amigos?
En
esta enorme América de tan vastos horizontes debe imperar la generosidad y el
espíritu de conciliación como una ley, como la más hermosa de las leyes. En
nuestros grandes países despoblados las almas no pueden empequeñecerse, tienen
que ensancharse o abrir las alas inmensas bajo el sol. Ente nosotros, los
americanos, no hay odios seculares que nos separen, ni siquiera diferencia de
idioma que dificulte la comprensión de nuestros espíritus. Entre nosotros debe
reinar la fraternidad, debe nacer de una vez por todas la verdadera
fraternidad, debe nacer una vez por todas la verdadera fraternidad humana y dar
ese ejemplo al mundo. Ese sería nuestro más alto honor en la historia del
hombre.
Hemos
visto y estamos viendo a lo que conduce el odio y el egoísmo en otras partes de
la tierra. La vida se hace imposible, se vegeta en la angustia, peligra la
civilización, se desmorona la cultura.
Creo
y afirmo como chileno y como ser humano que debemos entrar cuanto antes en
conversación con Bolivia y que ambos países deben y pueden resolver
generosamente, fraternalmente, este gran problema de salida al mar de la nación
boliviana.
No
es posible ahogar a una nación y sería inhumano hacerlo si fuera posible. La
generosidad debe ser igual por ambas partes para que así no existan sacrificios
que pueden crear resquemores y el germen de futuros resentimientos.
Interpretaría
mal mis palabras quien creyera que yo pretendo que se debe entregar si más un
pedazo de nuestro territorio nacional. Lo que yo quiero decir es que se debe
abordar este problema cuanto antes y resolverlo de modo que sea ventajoso para
ambos países.
Una
opinión corriente en Chile sostiene que si entregamos algo de nuestro
territorio a Bolivia, ésta nos reclamará mañana otros territorios y sólo
despertaremos su apetito. Esto es falso. No ha sucedido así con el Perú y no
hay razón alguna para que suceda con Bolivia. Además, esto depende de la
solución que se dé al problema y de la forma del acuerdo que debe ser
definitivo.
La
salida al mar de Bolivia está en manos de chile. Sería triste que Chile
desoyera la voz de su vecino. Bolivia necesita un puerto, para ella es cuestión
vital, lo pide sin amenazas, sin apelar a alianzas ocultas y maniobras
tenebrosas, lo pide en juego limpio, caballerosamente, por medio de su Ministro
de Relaciones Exteriores en el Congreso Panamericano de Lima, a la luz del día.
Es
necesario estudiar una formula de compensaciones que nos permita dar
satisfacción a ese país hermano.
No
deseamos que nuestros amigos bolivianos sean un día nuestros enemigos, deseamos
que sean cada día más nuestros amigos.
Diario
La Opinión, Santiago de Chile, 28 de diciembre de 1938.
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